2 jul 2013

Love Me - cap 13

La una prácticamente no existía para la otra.

Corría Septiembre y se venía el final del teatro. El final de casi ángeles en el rex. Nunca más se juntarían todos sobre ese escenario. Era el término de cuatro años de magia. Era el broche final para miles de momentos, recuerdos, amistades y vivencias incomparables. Mucho amor y dolor también, una mezcolanza tremenda.

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-Bueno chicos, den todo lo que tengan, disfruten y nunca olviden, son mágicos… cada uno de ustedes. Los amo… mis angelitos- Cris les decía unas palabras antes del último show.

Entre euforia y emoción la abrazaron. Luego su respectivo canto y a disfrutar como nunca. Fue el mejor espectáculo de todos, cada movimiento, sonrisa, mirada… todo transmitía excesivamente.
Muchas lagrimas, tanto de ellos, como de su público. El “no te digo adiós” los emociono a todos. Finalmente comenzó la fiesta.

Todos se abrazaban, lloraban, reían, saltaban. Era una euforia diferente, tenía un toque de angustia y otro de alegría. Recibió las flores por parte de Peter y en ese abrazo aprovecho de dejar todo más que claro… “te quiero mucho Pitt, se feliz. Sos una gran persona, nunca te dejare… estoy segura que seremos grandes amigos”, en respuesta su sonrisa sincera y un “yo también te quiero… amiga”. Un alivio enorme. Eso sintió de inmediato.

Luego Nico la elevo en sus brazos dándola mil vueltas, después fue el turno del “más lindo” quien le dio un tierno abrazo. Felicidad y más abrazos con sus amigas. Un sensible y conmovedor “te quiero pajarilla” por parte de Euge y esa sonrisa que le demostraba no estar tan alejadas.

Las flores eran lindas, pero incomodaban mucho. Corrió tras bambalinas, sin mirar a nadie y las entrego a un productor. Cuando se dio vuelta, lo vio…

Ahí estaba con el pecho descubierto, los brazos caídos, sus hermosos ojitos hinchados y una sonrisa triste. Fue la imagen más conmovedora que vio en su vida. Le dolía ser la causante de eso que lo aquejaba… y ya no podía seguir hiriéndolo e hiriéndose.

Sin mucho que pensar corrió a sus brazos, logrando instantáneamente, la aparición de la sonrisa en su rostro de muñeco. No fueron necesarias palabras para que él la recibiera feliz, era lo que tanto esperaba, ese expresión del corazón.

Cuando sus cuerpos chocaron, fue imposible no estremecerse. Se conocían, se amaban. La necesidad del otro los mantuvo largo rato abrazados, ella como un koala aferrada a un árbol. Ambos mantuvieron los ojos cerrados y él dejaba pequeños picos en su hombro. Palmoteaba constante en la espalda, daba a entender su comprensión. Ella estaba emocionada, pero se contenía por el público.

-Te amo…- solo dijo eso, pero el alma de la morocha pareció revivir. Sonrió feliz al bajar de sus brazos y tomando su lindo rostro, le respondió.
-Yo también…- beso la mejilla largamente y salió corriendo a compartir con sus demás compañeros. La sonrisa que llevaba era prácticamente de oreja a oreja, hace mucho no se sentía tan bien.

El rubio no sabía qué hacer, solo miraba al público sonriendo y de vez en cuando saludaba a personas que ni miraba. En su cabeza solo daba vueltas esa respuesta mágica… “yo también”… o sea, era correspondido. Lo que tanto anhelo desde que la conoció, estaba sucediendo. Después de tantas tormentas, era tiempo de ver-al fin- el sol.

Las celebraciones se extendieron sobre el escenario. Estaba a su lado, saludando al público, sentía su olor y su alegría. Pero no le pareció correcto volver a hablarle. No era tiempo, mientras, solo sonreía… parecía tener plastificada en la cara esa sonrisa que no se asomaba hace meses.

Cuando bajaron del escenario, la emoción generalizada era enorme. Muchos abrazos, besos, sonrisas, lagrimas, etc. Eran momentos de unidad y felicidad. En sus coches, partieron al hotel donde celebrarían, con una cena, el término de una hermosa etapa.

La mesa larga, llena de gente los separaba. Frente a frente se miraban y sonreían de vez en cuando. Ambos estaban ansiosos, sus ganas de estar a solas eran excesivas, pero debían controlarse. Después de tanto esperar, uno o dos días no eran nada.

La cena se llevo a cabo con tranquilidad, aquella emoción mezclada con melancolía, ya había pasado y sus risas tomaban dominio de la noche. Solo quedaba un mes de grabaciones y cada uno podría tomar su propio rumbo. Era difícil, después de cuatro años juntos... el momento de decir adiós estaba a puertas.

A las 4:30 a.m. la mayoría del grupo se había retirado. Estaban Cande, Mery, Benja, Poli, Rochi, Yeyo y Lali, aun se reían, de vez en cuando se miraban en silencio y la pena los embargaba, aunque intentaban no contagiar a los demás. Más que compañeros de trabajo eran amigos, casi hermanos. Una gran familia.

Poli acerco a Mery y Rochi a su casa, ya que vivían relativamente cerca. Cande y Yeyo, estaban en el estacionamiento esperando a Lali, quien por esas casualidades de la vida, hablaba con el rubio de ojos hermosos.




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Cande y Yeyo, estaban en el estacionamiento esperando a Lali, quien por esas casualidades de la vida, hablaba con el rubio de ojos hermosos.

-bue… y se acabo el rex no mas…- dijo para romper el hielo ella.
-Y si, difícil decir adiós…- no sabía que mas hablar, estaba muy nervioso.
-Siiiii…- miro para el costado, tratando de cortar el ambiente tenso.
-te ves… muy linda- la miro de pies a cabeza, haciéndola reír.
-Gracias, vos también…- lo miro de igual forma- ¿te cortaste de nuevo el pelo?- definitivamente no sabían cómo abordar el tema.
-Sí, ya no lo bancaba- rio y sacudió su pelito. Ella, inconscientemente, se mordió el labio inferior- ¿vos ya te corriste el flequi?- los nervios lo hacían ser como un niño.
-Sí, ves que el flequi recto era como un símbolo de Mariacheta y ahora ya soy Marianella nuevamente- hablaba rápido y de vez en cuando miraba el piso.
-Ah sí… yo ya estoy grabando con el bebe todos los días- la enterneció ese comentario.
-Debes quedar re lindo con ese nene como tu hijo…- lo miro tierna.
-Y si, es re lindo Amadito- sonrió.
-Y vos también…- era el momento, ambos lo notaban. Como buen conquistador, lentamente fue acercándose a su morocha. Ella solo miraba esos ojos que la hacían delirar.
-Vos mucho mas…- solo los separaban centímetros de estúpido aire- sos la más hermosa…- levanto la mano acariciando su mejilla, la cual estaba rojita.

Ella no hablaba, al parecer ya ni respiraba. Era tanta la ansiedad acumulada, que provocaba un nudo en su garganta. Ambos corazones bailaban al mismo ritmo, estaban casi unidos, tan cerca que podían sentirse a través de la piel.
No necesitaban más palabras absurdas, definitivamente hablaban un lenguaje mucho más claro solo con sus miradas. Era tiempo de dejar fluir la comunicación del alma. Estaban en eso… a solo milímetros, casi rozando sus labios, con los ojos cerrados, sintiendo la respiración agitada del otro, cuando un fuerte grito los hizo saltar del susto.

-¡Laliiiii !- era la ronca voz de Yeyo- ¡boluda vamos!- los muñequitos ya estaban casi a un metro de distancia cuando el rubiecito llego a su lado, sin notar la imprudencia cometida.
-Yeyo…- lo abrazo fuertemente benja, con la rabia de haberlos separado.
-Hay boludo, no apretes- se soltó extrañado.
-Que oportuno Yeyo…- la cara de Lali era de las peores.
-Lali, recorda que mi vieja se pone como loca si llego después de las 6- los miraba a uno y otro, sospechaba- ¿ustedes estaban en algo?- pregunto curioso.
-¿Nosotros?- sobreactuó Benja.
-Naaaaa- respondieron a coro, entre risas forzadas.
-Solo hablábamos- la morocha pellizco sus cachetes fuertemente, en venganza por su inoportuna entrada.
-¡Ay, pero que agresivos son che!- volvió a soltarse- dale La, vamos, que me matan y mañana no podre ir a Rumi- eso era muerte para él.
-Ok, ok ya voy…- ambos lo miraron, casi asesinándolo, pero él no tomaba importancia- Yeyo…- levanto sus cejas enojada.
-¿Qué?- pregunto levantando los hombros.
-Anda, ya te sigo- lo presionaba de una forma terrible con la mirada.
-Ok, ok…- se fue rezongando.
-Bueno… nos vemos- él ya estaba acortando la distancia entre ambos.
-Si… pero antes- la tomo de la cintura.

-¡Dale Mariana!- grito el rubio desde la puerta.
-¡¡Ya voy!!- le devolvió el grito, luego respiro profundo y beso la mejilla de Benja- Chau muñequito… nos vemos mañana- sin más salió casi corriendo de ahí.
-Chau muñeca- levanto la mano con una sonrisa de oreja a oreja.

Llego al lado de su pequeño “hermanito”, lo miro enfurecida y sin previo aviso le dio un fuerte golpe en la cabeza. Él la miro con cara de “¿Qué te pasa?” y ante eso la morocha solo dijo tres palabras.

-¡Ni-me-hables!- taconeo rápido hacia el auto, seguida por el quinceañero que sobaba su cabeza.







Autor: chey_x_lalitas

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